Viví toda mi vida sobre una panadería, Horno San Antonio, cada vez que bajaba o subía a casa para ir al colegio y luego al instituto o a trabajar, el ascensor, la escalera y todo el portal olía a bollería, ese olor a chocolate llegaba hasta mi sistema límbico y allí se ha quedado almacenado como recuerdo.
El Horno San Antonio ha sido de los mejores que ha tenido Valencia, lo llevaba Guillermo Miralles y su mujer Luz Divina, unos seres peculiares, el siempre estaba en la zona del horno y luego con sus otros negocios, ella siempre estaba perfecta desde primera hora de la mañana, su pelo rubio cardado a lo Dolly Parton y bien puesto su maquillaje, ojos con sombra azul, sus labios rojos, trabajadora como la que más, junto con ellas las otras dependientas, Victoria y Mari... recuerdo perfectamente que al entrar a mano derecha tenia un artilugio de metal con cestas de cristal donde estaban los caramelos y a la izquierda una nevera para las tartas y la maquina cortadora del pan de molde, en frente todo tipo de bollería, pan y pastelitos. Yo adoraba los susús de crema, los croissants, los donuts de chocolate pero sobre todo, las ensaimadas... mmm que ensaimadas cuanto "polvo" llevaban (así llamaba yo de pequeña al azúcar glas). Por favor una ensaimada con mucho polvo y Ludi me decía: de esas tan viejas no tengo! jajaja de niña adoraba los panecillos de leche con Lingotin que nos ponía mi madre, o los brioche con mantequilla y mermelada, que ricura.
Con el tiempo y formando mi propia familia me mudé a un pueblecito de Valencia, pero el olor del horno no me abandonó, me persigue, vivimos cerca de un supermercado y todas las mañanas cuando paseo a mis perros, preparan el pan y las bandejas de bollería del día y desprende ese olor de mi niñez... puede ser que sea una chorrada pero para mi es muy bonito que mi vida tenga olor a panadería!
Y a ti, ¿Te persigue algún olor?
Besos y sonrisas :* :D
B.
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