Éra un uno de septiembre de 2010, con él volvía la actividad laboral perdida, los autobuses volvían a atestarse y estar repletos de sonoridad, se fue el eco de su soledad; Los comercios volvían a estar abiertos y eran visitados de nuevo por sus vecinos, los días mengüaban sin apenas darnos cuenta, pero el calor persistía.
Paseando por la calle un objeto me ladraba: Guau, Guau!Sí, si me ladraba y... no pude remediarlo le retraté, era una mesilla de noche con cuatro patas que me recordaba a un perrito, tenía la lengua fuera, y quería venir conmigo, me daba mucha lástima, pero no podía adoptarla, así que por ello me la llevé en el recuerdo.
Que los objetos nos llamen y requieran nuestra atención es algo fasciante y el estar en contacto con ellos y darte cuenta de su existencia, presencia y llamada es algo que algunas personas vemos y que otras no, simplemente porque llevan un pañuelo en los ojos, que no les permite observar la belleza de cosas tan simples, porque siempre van en busca de algo más, un algo que ni ellos saben que es, pero sabéis... me alegro de poder ser una privilegiada que se ha quitado la venda de los ojos y es capaz de poder disfrutar del placer de los pequeños detalles... Quizás piensen que esté loca, quizás me comprendan, sea como sea, aquí les dejo un retrato de aquel objeto Maravilloso.
miauuuu
ResponderEliminarGuau guau
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