jueves, 5 de noviembre de 2020

La casa deshabitada

Música maestro 

(antes de leer activa la música ahí arriba!)

No sé si os pasa a vosotros, pero cuando voy caminando por la calle y veo una casa abandonada, en la que se deja entrever alguna habitación,  ventana, puerta, mi mente vuela e imagina... ¿Qué callaran esas paredes? ¿Cuántas historias guardan? ¿secretos, sonrisas, lloros, rupturas, reconciliaciones, castigos... ? Una casa sabe tanto de nosotros! Y me voy inventando historias de esa casa deshabitada.

Pasan los años y vamos cambiando de hogar, pasamos por el de nuestros padres y luego unos más que otros, van teniendo sus mudanzas, por trabajo, por familia,  por no llegar a pagar el alquiler, por poder pagar uno mejor, por querer buscar un nuevo futuro... y en cada una de esas casas que vamos deshabitando, vamos dejando nuestro rastro, un pedacito nuestro.

Hoy por la calle me he encontrado la demolición de esta finca, se veían sus puertas, ventanas... se dejaba intuir pasillos... y me preguntaba, ¿qué secretos se llevará esta? Historias de amor y desamor, nacimientos, muertes... En breve ya no quedará nada y el pasado de alguien quedará borrado para siempre, quizás pueda decir, ahí en esa esquina, estaba la casa en la que crecí, ahí donde está esa multinacional, o ese garaje, o esa finca moderna.. (vete tú a saber que harán ahí ahora), ahí no podía dormir cuando la marcha se llevaba por Juan Llorens, ahí me vino genial pasar mi adolescencia porque solo tenia que bajar y subir, ahí en ese patio, me di mi primer beso, ahí vomité mi primera borrachera, ahí grababa mis cintas de cassette, rellenaba mis álbumes de cromos, recibí mis primeras llamadas, vivía con mi abuela... 

¿Imaginamos una historia juntos?

¿Quién vivía allí? ¿Qué pasó?

Empiezo, era una finca que se construyó en los años 40 tras la guerra civil, el propietario vivía en al última planta, en el ático, era un apoderado gordinflón con bigote, de pelo moreno y mofletes sonrojados que estaba casado con una mujer delgada de cabellos castaños recogidos en un moño y que caminaba cabizbaja. Los otros pisos los tenía alquilados a tres familias.

En el primero vivía doña Paca, una anciana testaruda y pizpireta que nadie le ladraba, tenía muy mal genio, había perdido a toda su familia en la guerra y solo guardaba una cadena de su madre y una fotografía familiar, la vida le había endurecido demasiado.

En el segundo una familia católica marido, mujer y 5 hijos. Poseían una disciplina ejemplar, jamás, una palabra sobresalía a otra y apenas se les oía, iban juntos siempre a todas partes, y no fallaban a su cita de la misa de las 12 los domingos. Iban siempre vestidos iguales, como clones. 

En el Bajo... (¿sigues?)

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