La vida me puso en el camino a Joaquín.
Joaquín era un ser especial, un creativo, su cabeza iba siempre a mil por hora con dibujos, diseños, palabras, ideas rondándole por la cabeza. Hicimos amistad enseguida.
Era un ser puro, sin maldad, sincero, honesto, leal, trabajador, perfeccionista, conservador del buen hablar... era un ser de los que ya no es fácil encontrar, seguro que los hay, pero son muy, muy escasos. No hablaba mal de nadie, no gritaba cuando se enfadaba, ni soltaba improperios, siempre te brindaba un par de orejas para escucharte y luego te daba un consejo.
Con él el tiempo pasaba volando. Han pasado 23 años de nuestra amistad, 23 años de risas, lloros, paseos, fotografías, dibujos, sueños, bodas, nietos, hija... navidades en coca de llanda y fallas con chocolate... Jamás pensé que fuera a dejarnos tan pronto y de esta forma tan dolorosa, él no se lo merecía.
El creía en Dios, su dios debe estar falto de ayuda allí arriba para llevarse a los mejores. Yo no creo en ninguna religión, yo creo que somos naturaleza y como naturaleza somos energía, y como energía nos vamos transformando por los siglos de los siglos... porque si hay un Dios, sabiendo lo que haría el hombre con el planeta y lo corrosivo que es, es muy cruel de darnos la libertad, sabiendo que no sabemos manejarla y que íbamos a acabar con nuestra propia especie o al menos destrozar el planeta como lo estamos haciendo.
Joaquín para mi era muy importante y un trocito de mi ser se ha ido con él. Se acababa de jubilar, y no ha podido disfrutar de ello ni un mes! así de cruel ha sido la vida con él. Él sabia que no iba a salir de esta y se encargó de despedirse de los que quería. Aun guardo sus mensajes y sus audios, y me acompañaran de por vida (es lo único bueno que le veo a la tecnología, que puedes guardar cachitos de los que quieres con videos, fotos y misivas internáuticas).
Las pérdidas nunca son agradables, y esta ha sido muy dolorosa para mi, no hay día que no le piense, ya van 19 y no me imagino pasar el invierno sin dar paseos con él por el centro de la ciudad, de verle reír al pedir un vinito por un brindis especial, ni ver sus últimos bocetos de su nueva ilusión, sin escuchar sus preocupaciones sobre sus hijos, o donde se irá con su mujer a pasar unos días...
El dolor duele demasiado. Es curioso que Joaquín fuera para mi, más familia que mucha de la que es familia por tener la misma sangre corriendo por las venas. Pero a veces es así, uno elige la familia que quiere, porque la que le toca no se comporta como tal.
A día de hoy, solo puedo dar las Gracias a Joaquín por haber existido y formado parte de mi vida.
autor Joaquín Abarca Pérez |
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