lunes, 12 de junio de 2017

El valor de una carta Pongamos un poco de música

Ya llega el veranito y con ello las deseadas vacaciones, unos se irán a la montaña, otros a la playa, otros a conocer nuevos lugares…  pero estoy segura que muy pocos, por no decir ninguno, escribirá una carta.

Cuando yo era pequeña, claro que no existían los mails, facebook, whatsapp… no tenías más remedio, si querías mantener el contacto con tus amigos, que escribir una carta.

Una carta era tanto! Era todo una liturgia, era dedicarle tiempo a esa persona, tiempo de tu tiempo para ponerte delante de un papel en blanco y redactar unas palabras que te salían del corazón,  todo lo que acontecía en tu vida,  una carta lo era todo de ti, era desnudar el alma por escrito, no es como un whatsapp de ahora :
-  Estás bien?
-  Si y tu?
- Yo también
-   a ver si nos vemos
-   vale, a ver, un beso
-   un beso 
FIN.

Hoy en día todo es rápido, frío, egoísta, no existe tiempo ni para reflexionar en una carta, eso ¿para qué? Puf una carta… quita, quita, ponerme a escribir ahora, luego le llamo, o… ya me llamará, o… mira mejor cuelgo en facebook una foto y así todo el mundo se entera y no escribo a nadie.

Es tan paradójico, con la llegada de internet, y el súper avance en el tema de comunicación mediante los chats, skype, redes sociales varias, etc. Estamos más desconectados los unos de los otros que nunca, a pesar de saberlo todo con la velocidad de un rayo y de tener en nuestras manos todas las herramientas para un comunicación inmediata y eficaz, las conversaciones se  han reducido, las relaciones humanas cada vez son más distantes y las letras han sufrido una ataque tal, que en estos momentos se comenten más faltas de ortografía que nunca.

Es una lástima que se haya perdido el valor de las palabras, una carta ya no se valora,  de hecho las únicas que recibimos ahora son las del banco,  o con suerte el señor  director de El Corte Inglés, que te felicita por tu cumpleaños o por navidad!

Aún recuerdo la emoción de recibir una carta, esas en las que tu amiga te contaba con pelos y señales todo lo que hacía, cartas de 2 o 3 folios, todos ellos numerados y  a veces incluso venían con sorpresa: un pin, una pulsera, una foto…  o la sensación de calor que subía por tus venas cuando el remitente era ese chico que te gustaba.  Jajaja veo la sonrisa de algunas de vosotras… que recuerdos más bonitos, eh!!

Os contaré un secreto, cuando murió mi abuela, fuimos un día a su casa a hacer la típica repartición de las cosas y vi una cosa que me impactó de tal manera, que desde ese momento creé un ritual en mi vida. Vi una caja, una caja llena de postales de todos los sitios donde viajaban mis abuelos, postales que enviaban a sus hijos  con un par de frases y me pareció entrañable, me hizo recapacitar en que la verdad, una vez muerta, lo único personal material que queda de nosotros son tus fotos y tus cartas y pensé, cuando yo muera me gustaría que la gente que quiero pueda sacar una caja con todas los postales o cartas que les envío, para que tengan un trocito de mí, desde entonces, cada vez que viajo, mando postales, muchos de los que me estáis leyendo habréis recibo alguna de ellas, ¿verdad? Aunque la única persona, que si las tiene todas, es mi madre.

Mi ritual: al llegar al destino, lo primero que hago es comprar 10 postales y 10 sellos y a lo largo de mi viaje en esos lugares por los que paso, que me recuerdan a alguno de mis seres queridos o aquellos lugares que me gustaría que vieran, paro y les escribo, me imagino que están ahí conmigo y que les hablo y el último día, las dejo en la recepción del hotel (ellos cuentan con servicio de correos para sus clientes) o busco un buzón para echarlas.


Me encanta la sensación de ir a por el correo y encontrarte entre tanto recibo unas palabras dedicadas, aunque sean: besos desde Zaragoza.  Eso significa que a esa persona le importo y que está ahí pensando en mí, aunque sean dos segundos de su vida, ¿puede haber mayor regalo hoy en día qué el tiempo? ¿y sobretodo, la atención?

Hoy quiero reivindicar el uso de las palabras. Que volvamos a escribirnos cartas o alguna postal, aunque solo sea en las vacaciones que están a punto de llegar,  recuperemos las buenas costumbres de antaño y la riqueza de las letras, llamadme romántica, pero… ¿no sería bonito recuperar el valor de una carta? ¿Te animas?
Gracias por leerme
Besos y sonrisas
B.

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