viernes, 5 de diciembre de 2025

La hipocresía del ser humano: el espejo roto de nuestra propia naturaleza

 

música maestro

El ser humano se ha proclamado a sí mismo como “el rey de la creación”, pero su reinado está marcado por la contradicción. Admiramos la nobleza de los animales y al mismo tiempo los explotamos, los maltratamos y los reducimos a simples objetos de consumo o entretenimiento. 

Esa doble moral revela una verdad incómoda para mí: 

vivimos en una hipocresía constante, donde la sensibilidad se predica, pero rara vez se practica.

La crueldad hacia los animales no es un hecho aislado. Es un síntoma de algo mucho más profundo: una deshumanización progresiva. Cuando el hombre normaliza el dolor ajeno, cuando es capaz de mirar los ojos de un ser vivo y no ver más que “carne”, “propiedad” o “recurso”, también va perdiendo su propia esencia. Se convierte en un ser desnaturalizado, incapaz de reconocer la vida como un valor en sí mismo.

Y últimamente vivo triste, me invade la tristeza y la rabia de ver esa deshumanización, además de una desnaturalización que no se queda fuera: se proyecta hacia dentro. El mismo individuo que se habitúa a la violencia contra lo vulnerable, inevitablemente se vuelve violento consigo mismo. La psicopatía social que cultivamos a diario —ya sea consumiendo sin pensar, destruyendo el entorno o justificando actos de crueldad y violencia— refleja un vacío existencial. Hemos llegado a un punto en el que el ser humano es capaz de justificar lo injustificable, y con ello va desdibujando su humanidad.  En esto da vueltas mi mente durante estos meses, estos años...

La verdadera pregunta es: ¿Cómo pretendemos construir un mundo de paz si aceptamos la violencia como normalidad? La hipocresía no solo nos aleja de los animales, sino también de nosotros mismos. El resultado es un ser humano mutilado de su empatía, un depredador de todo lo que le rodea, y, en última instancia, un psicópata social que camina hacia su propia autodestrucción.

La cuestión es cómo empezar a reconciliarse con lo que nos pasa, con lo que vemos, con esa violencia diaria... en las personas, en las subidas de lo básico, en los políticos, que lejos de protegernos nos cambian por el poder y el dinero... ¿Cómo empezar?



:* & :) 

B.



viernes, 24 de octubre de 2025

Las mujeres en puestos de hombres

 



Música Maestro


Pues aquí estoy pensando, tras escuchar a varias amigas e incluso vivirlo en mi piel en varias ocasiones, que durante décadas, el discurso sobre la igualdad en el trabajo ha brindado la llegada de más mujeres a puestos de liderazgo. Sin embargo, en algunos casos, esa conquista viene acompañada de una paradoja incómoda: mujeres que, al alcanzar posiciones de poder, terminan reproduciendo las mismas dinámicas patriarcales que nos llevan oprimiendo desde hace años.

No es un fenómeno aislado, la estructura laboral moderna, está construida sobre valores de competencia, jerarquía y control, y ha moldeado lo que entendemos por “liderazgo”. Muchas veces, para ser tomadas en serio, las mujeres nos vemos empujadas a adoptar el mismo modelo autoritario y emocionalmente distante que históricamente caracterizó al liderazgo masculino. Es un traje que no encaja, pero que parece ser el único aceptado, por el momento, para muchas mujeres.

En estos contextos, las inseguridades personales —alimentadas por años de desigualdad y exigencias contradictorias— pueden convertirse en mecanismos de defensa. Algunas líderes, en lugar de cuestionar el sistema, lo replican: microgestionan, desconfían, humillan o compiten con otras mujeres. Quiero pensar que no lo hacen necesariamente por maldad, sino porque aprehendieron, que ese es el precio de “sobrevivir” en un entorno que no perdona la vulnerabilidad.

El resultado es penoso y triste: equipos desmotivados, climas laborales enrarecidos y pérdida del propósito colectivo. Lo que podría ser una oportunidad para transformar la cultura organizacional desde la empatía y la colaboración, se convierte en una repetición del mismo guion patriarcal, como podemos ver en empresas, departamentos e incluso en política.

El desafío creo que no está solo en señalar estos comportamientos, sino en comprender su raíz. No se trata de “mujeres malas”, sino de un sistema que premia la dureza y castiga la autenticidad. Cambiar eso implica repensar qué tipo de liderazgo queremos promover: ¿uno basado en la competencia y el miedo? ¿ o uno que valore la inteligencia emocional, la cooperación y el respeto?

Sinceramente pienso que las mujeres no llegamos a estos puestos para imitar lo que siempre nos dañó. Llegamos para transformarlo. Para demostrar que se puede ejercer autoridad sin violencia, decidir sin aplastar, guiar sin borrar al otro.

Ojalá algún día el buen liderazgo nazca del respeto, la empatía y la coherencia

jueves, 18 de septiembre de 2025

Las casas que fui






mi habitación a los 6 años
 El otro día me sorprendí pensando en todas las casas en las que he vivido, y me entró una tristeza difícil de explicar.

Cada una de ellas fue, en su momento, un refugio, un lugar donde podía sentirme segura, donde el tiempo se detenía de alguna manera. Pero ya no existen como eran. Han cambiado de dueños, las han reformado, las han pintado de otros colores, han levantado paredes nuevas o derribado las que yo conocí.

No hablo solo de ladrillos, paredes y ventanas, sino de los espacios que fueron abrigo, memoria y raíz. 

Cada casa que habité se convirtió en un mapa íntimo de mi vida: las puertas que crujían al abrirse, la luz que entraba por la ventana a cierta hora del día, el olor particular que nadie más reconocería.



Lo que más me cuesta aceptar es que ya no tengo un pasado al que volver físicamente. No puedo regresar a la habitación donde pasé tardes enteras jugando, llorando y riendo, ni al salón donde la luz entraba de una forma especial a media tarde. Ni a la terraza donde celebrábamos los eventos familiares, comuniones, bautizos... Ni a mi cuarto de rubielos con las paredes de papel floreado... ni a esa terraza de benicassim con su olor a café con leche y galletas, mezclado a salitre y pino... Todo eso ya no está, y aunque la memoria conserve algunos detalles, siento que algo se me escapa entre las manos.
 Esas versiones de mi vida quedaron atrapadas en paredes que ya no existen, o que se transformaron hasta volverse irreconocibles. 

los veranos aquí fueron entrañables


Llevo fatal los cambios, lo admito. Me pesan. Me hacen sentir que me arrancan pedazos de vida que no voy a recuperar. Me gustaría poder abrir la puerta de alguna de esas casas y encontrarlas tal y como las recuerdo, intactas, esperándome. Pero sé que eso ya no es posible. La vida me empuja hacia adelante, pero yo me descubro siempre mirando hacia atrás, buscando en vano una puerta que ya no se abre, un hogar que ya no me espera. 



amaba esta casa


         Valencia, Rubielos, Benicàssim… 


Tal vez todo esto sea una manera de decirme a mí misma que debo aprender a vivir con la ausencia, a aceptar que las casas ahora existen solo dentro de mí. Pero duele. Duele no tener un lugar físico donde reencontrarme con quien fui. Quizás, con el tiempo, aprenda a mirar esas casas desde otro lugar: no como pérdidas, sino como capítulos que me acompañan. Porque, al fin y al cabo, aunque las paredes cambien, algo de mí se quedó allí, y algo de ellas sigue viviendo conmigo.
sonidos secretos


miércoles, 27 de agosto de 2025

¿Apps para todo? El espejismo del control digital


Música Maestro


Hoy en día parece que no podemos dar un paso sin una aplicación obligatoria, para el médico, el colegio, el banco, el supermercado, el transporte público, ¡hasta para coger el autobús! todo pasa por una app. Lo que comenzó como comodidad ahora se ha convertido en un requisito que deja a los ciudadanos atados a un dispositivo que nunca parece suficiente.

Cada año, los móviles “se quedan pequeños”. No es casualidad: los sistemas operativos y las aplicaciones crecen en peso, piden más memoria y procesador, hasta que la única “solución” es comprar un nuevo modelo. A esto se suma la insistencia en que guardemos todo en la nube, con planes de pago que convierten nuestra información en un negocio más.

Se nos dice que es por seguridad, por modernización o por comodidad, pero…

¿comodidad para quién? Lo que realmente ocurre es que las empresas tecnológicas diseñan un ciclo de obsolescencia programada: cuanto más dependemos de las apps, más rápido nuestro dispositivo queda inútil.

La digitalización forzada se vende como progreso, pero también es un mecanismo de control. Si toda gestión pasa por un smartphone, ¿Qué ocurre con quienes no pueden permitirse renovarlo cada dos años? ¿Qué pasa con quienes no saben usarlo o simplemente no quieren? La respuesta es clara: EXCLUSIÓN.

Y mientras tanto, cada clic, cada inicio de sesión, cada actualización recopila datos que alimentan un sistema de vigilancia difusa: bancos que saben en qué gastas, colegios que registran hasta los deberes de tus hijos, administraciones que trazan tus movimientos…

El camino que seguimos parece abocar a un escenario distópico: si todo debe pasar por un dispositivo, ¿qué falta para que nos digan que lo más “eficiente” será insertarnos un chip? La ironía es que se nos vende como libertad y comodidad lo que, en realidad, es una cadena cada vez más invisible.

No se trata de rechazar la tecnología, sino de reclamar el derecho a elegir. Que exista una app no debería anular la posibilidad de usar alternativas: atención presencial, tarjetas físicas, gestiones por web sencillas.

La inclusión digital no puede ser una excusa para excluir al que no entra en el juego del consumo constante.

Al final, la pregunta no es si necesitamos otra aplicación, sino ¿hasta dónde estamos dispuestos a ceder nuestra libertad a cambio de la supuesta comodidad?

Tú que ansias libertad para todo, ¿hasta donde la vas a regalarla a cambio de tu comodidad?


Un besito hasta mañana.

B.

Texto e imagen: Beypunto

¿Hacia dónde vamos?

 Música maestro

yo


Cada mañana despierto con la misma pregunta: ¿hacia dónde vamos?

 No obtengo respuestas claras, solo un murmullo constante de tristes titulares, de cifras que sangran, de vidas que se apagan sin que nadie las escuche.

Parece que caminamos por un sendero roto, donde las raíces de lo humano se han secado. Hay más ruido, más máquinas, más velocidad... y menos humanidad. El mundo gira, pero lo hace como una brújula enloquecida: guerras lejanas que no sentimos hasta que tocan nuestra puerta, trabajos que desaparecen en silencio debido al ansiado progreso, precios que suben como fantasmas que nadie puede detener.

 


Lo esencial —la vida, la salud, la vivienda, la educación, el pan— ya no es un derecho, sino una carrera que muchos no pueden correr.

 Y yo me pregunto, como quien lanza una botella al mar:

 ¿Cuándo dejamos de ser sociedad, para convertirnos en competencia? 

¿Cuándo el sistema decidió que vivir sería un privilegio y no una condición humana?

 El futuro se dibuja con trazos oscuros, pero aún así, escribir, pensar, fotografía, sentir... es mi forma y la de muchos de resistir.

 

26 de agosto de 2025

Texto e imagen beypunto (yomimeconmigo)

Ya no vamos a la bodega de Carlina.

Música maestro!


 "el idioma de los carteles ya no es el nuestro..."

Ya no vamos a la bodega de Carlina.

Hace tiempo que se quedó sola, cerrada, como una boca que ya no cuenta historias.

Ya no suena la caja registradora ni huele a cerveza y conversación de barrio, como echo de menos las bodegas de barrio de antaño. 

El cine Tyris, como el abc marti y tantos otros, apagó su luz.

El bar de siempre ya no sirve almuerzos, sino "brunch" 

El mercado central ha perdido su encanto quedando reducido al turismo

El kiosko de Ángel tras pasar por varias manos es ahora una tienda de pasta fresca "take away".

La tienda de la Lotera ahora es de souvenirs con imanes sin sustancia.

Todo lo que fuimos se desdibuja.


Las calles cambian de piel, las fachadas se lavan la cara para la foto, el idioma de los carteles ya no es el nuestro, y los precios... los precios tampoco.

La ciudad se alquila por días, por horas, por likes, y la venden como mejor ciudad del mundo para vivir. 

Mientras tanto, nosotros —los de siempre— vamos desapareciendo.

Nos empujan hacia la periferia, hacia las afueras que no elegimos, no cabemos en el centro que ayudamos a levantar.

Ya no es un lugar para vivir, sino para pasear, consumir, para mirar, y fotografiar, pero no para pertenecer.

 Los que deciden, ¿nos ven? ¿O solo ven estadísticas, proyecciones, ganancias? ¿Quién defiende al vecino que ya no puede permitirse su barrio?

 Todo se vuelve espectáculo, todo es decorado, pero la solera y el espíritu de la ciudad se enfría.


 Y una se pregunta:

¿De qué sirve una ciudad sin infancia, sin abuelos en los bancos, sin tiendas donde te conocen por tu nombre, sin esquinas que te abracen con la memoria?  ya sea Valencia, Madrid, Sevilla... que más da.

Una ciudad sin su gente es un lugar bonito, sí… pero vacío.

Tan bonito y tan triste como una postal que nunca se envió.

Así me siento cuando veo mi ciudad, la que me vio crecer y que ahora no me reconoce ni yo a ella. 


La globalización, las malas políticas turísticas, la ambición... acaban con lo bonito de un lugar, su idiosincrasia.

Palabras de una rubia una tarde de agosto de 2025

Un Besito

B.






martes, 4 de marzo de 2025

toc toc hay alguien ahí? Mc Fly??

 Música maestro! esta cançó es de lo millor del món!

imagen de beypunto

De verdad que estoy alucinada... no puedo entender a los políticos de educación, de verdad, bueno creo que a día de hoy ya no entiendo a casi ninguno, dejan mucho que desear...  

Vivo en la comunidad valenciana, aquí como en alguna que otra comunidad española, tenemos la suerte de vivir en una comunidad Bilingüe, y digo suerte porque de todos es conocido que saber lenguas ejercita la mente y es bueno para ella, así que partiendo de la base de que las lenguas son buenas para nuestro ser, que somos europeos y que los chinos, rusos y americanos no hacen más que conquistarnos... 

Algú pot explicar-me com en ple segle XXI la Generalitat em diu que vote per a triar una llengua vehicular en una comunitat bilingüe? de veres?

Senyors la llengua vehicular hauria de ser l'anglés, que somos el país europeo más retrasado en idiomas, de verdad que me indigna la inutilidad de un conseller d' educació tirant aquesta bomba de fum de la lengua, politizando los idiomas, Per a qué? ¿para dejar de hablar de lo mal que lo hace Mazón? es que encara no l'entec!!! 

Bien podrían aprovechar sus horas laborales haciendo algo grande, como dignificar la educación pública para que las familias no tengamos que acabar llevando a nuestros hijos a un concertado donde nos sangran y encima se les permite, mireu una altra cosa que podieu fer, controlar més als centres concertats i a favorir a les families, que pareix que vos importa poc i merda el que passa. 

Podrieu copiar models educatius d'Australia, que están més avançats que nosaltres, podrían crear seres preparados para la vida y no tant d' inútil. 

Es cert que la política es un reflex de la sociedad... y así de mal nos va, en breu dirigirá España un youtuber.. o pitjor encara, la IA, perque no ens dona ni per aixó. 

Conseller d' Educació déjese de idioteces, no se trata de que votemos, se trata de que les viene grande el puesto: 30% castellano, 30% valenciano, 30% inglés y 10% opcional: chino, ruso, lengua de signos..., así estaría bien, ahora mismo, con todo lo que está pasando en la comunidad trabajen algo por Dios o devuelvan sus sueldos porque no se los ganan.

Firmat

B. Una madre/mare indignada! 

(he mezclado las lenguas porque tengo la suerte de poder hacerlo, que seguro que más de uno que ocupa un super puesto de jefe o político no tiene ni la menor idea). 




viernes, 24 de enero de 2025

soy PAS

 

música maestro

No sabia que era una persona PAS hasta hace siete años, cuando me enteré todo cobró sentido.

Si, soy una Persona Altamente Sensible, ahora entiendo que cuando veía el telediario lloraba, cuando oía cantar una voz bonita también, si alguien me contaba su historia la sentía como propia, si  veía una pelea me metía a separarla, es por eso que me encanta estar sola, y el silencio, y me embriaga la naturaleza, sus atardeceres, amaneceres, un bosque, un mar, no soporto la violencia ni en personas ni animales, no puedo con la injusticia, me hace daño cuando se burlan de mi o menosprecian... 

Somos personas que tenemos el sistema nervioso más fino con lo que tenemos mayor capacidad de percibir, recibir, sentir, analizar, integrar y responder ante los estímulos externos e internos que se nos presentan.

Ahora que ya se como soy y conozco una parte más de mi, me entiendo mejor. 

Los tiempos que corren son difíciles, por las guerras, las catástrofes, la sociedad... Una de las cosas que hace tiempo que no hago es ver las noticias, es una pena como ha decaído la información, entre las fake news y que ahora ya no se informa, se comunica a base de impresionar para ganar likes. Ahora parece que estemos en el caso sucesos continuamente: asesinatos, marido mata mujer, madre/padre mata hijos, unos pegan a otros porque sí... la violencia nos rodea y la televisión la muestra como algo normal y yo no pienso normalizar la violencia. 

La tele da igual a la hora que la pongas que hay violencia, ya sea en el telediario o en programas de televisión incluso en las películas! no te puedes librar de ella, por eso  no la veo. Porque me hace llorar y ponerme tensa, prefiero leer, escribir, ver una película romántica o de suspense, dibujar, fotografiar, ordenar la casa... hay tantas cosas que hacer!

Otra cosa que me pasa es que me cuestan mucho los cambios y me ponen de mal humor, el ver como ha ido cambiando la ciudad que habito a un centro turistizado, totalmente globalizado por la norma europea, donde se nos tira a los habitantes a la periferia, se cierran nuestros negocios y no se protegen solo para que el turista venga a ensuciar nuestra tierra y ocuparla para "supuestamente" dejar dinero... que más que dejarlo solo estamos consiguiendo que nos suban el precio del pan, la vivienda, la luz y encima los impuestos porque son tan sucios que lo tiran todo al suelo, un turismo que lejos de ser bueno nos machaca, ya podrían cobrarles una tasa por entrar y tirarnos de nuestras ciudades.

Los cambios... cambios no solo en las estructuras de la ciudad, cambios en los hábitos, en el desapego desproporcionado a la naturaleza, su maltrato, ensuciándola, matándola con plásticos, químicos, basuras..., estas en un continuo consumo de productos tóxicos incluso para nosotros mismos, por eso de la comodidad... como es cómodo me caliento un pure de tetrabrik lleno de conservantes, me hago un sándwich del cancerígeno pavito... y así poco a poco, día tras día, hay más enfermedades, menos calidad de oxigeno, menos zonas donde ir... solo espero que gran parte de la población despierte, deje la tecnología de lado lo máximo posible y empiece a crear un mundo mejor. 

Y así entre sueños me pierdo y divago para huir de la realidad que acecha cada día, con políticos  y empresarios  psicópatas que hacen que se me parta el alma, esa que tanta falta les hace a ellos. 

Un besito feliz fin de semana.